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Asociación Vallisoletana de Afectad@s por las Antenas de Telecomunicaciones - AVAATE

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Dos familias de Sorauren piden a Telefónica que retire una antena de telefonía móvil, instalada a una treintena de metros de sus hogares. No podían soportar más los «dolores de cabeza, el insomnio o los pinchazos musculares», algunos de los muchos problemas de una larga lista que enumeran y vinculan con la antena. Además de estos dos matrimonios, otras dos parejas más abandonaron sus hogares por los problemas de salud que dicen que les estaba ocasionado y otra, «mal vendió su hogar»,

Sábado 15 de septiembre de 2007 · 1866 lecturas

PAMPLONA Martes, 11 de septiembre de 2007 - 04:00 h.

Vecinos de Sorauren piden a Telefónica que retire una antena con el contrato extinguido

Finalizaba este 1 de agosto pero continúa funcionando

Dos familias de Sorauren piden a Telefónica que retire una antena de telefonía móvil, instalada a una treintena de metros de sus hogares, porque el contrato finalizó el 1 de agosto. La antena sigue en el mismo lugar y funcionando. Telefónica reconoce la situación y justifica que aún no ha retirado sus equipos porque dejaría sin la seńal de televisión y de Internet, ubicadas en el mismo poste, a los 120 vecinos de Sorauren. Desde el Ayuntamiento del concejo explican que están negociando la cesión del poste.

De izquierda a derecha Epifanio Alarcón, Giovani Furlán, Mari Paz Gárate y sentada Blanca Viniegra. Al fondo, la antena de telefonía móvil. SOLA

Abandonaron su vivienda unifamiliar, en la que llevaban viviendo 30 ańos, después de haber expuesto durante tres ańos al Defensor del Pueblo, a la consejería de Medio Ambiente, e incluso a los agentes de Seprona de la Guardia Civil, los numerosos problemas que les ocasionaba la antena de telefonía móvil que habían instalado a una treintena de metros de su hogar. Mari Paz Gárate Izco, su marido Giovani Furlán Bellaz, Blanca Viniegra Andueza y su esposo Epifanio Alarcón Vizcay ya no podían soportar más los «dolores de cabeza, el insomnio o los pinchazos musculares», algunos de los muchos problemas de una larga lista que enumeran y vinculan con la antena.
Cuando tomaron la decisión de dejar sus casas en el ańo 2000, en 1997 habían instalado la antena, lo hicieron con la mente puesta en el 1 de agosto de 2007, fecha en la que finalizaba el contrato de la antena de Telefónica Móviles con el concejo de Sorauren. «Desde hace ańo y medio les comunicamos que se extinguía el contrato. Pero aún no han hecho nada y nosotros somos los afectados», explica Mari Paz Gárate.
Responsables de Telefónica reconocen esta situación pero seńalan que aún no han retirado sus equipos porque en el mismo poste en el que se encuentra la antena de telefonía móvil, también está la seńal de televisión y la de Internet: «Si quitamos el poste dejaríamos a los vecinos sin televisión y sin Internet», justifican desde la empresa de telecomunicaciones.
Cuando se le pregunta sobre este problema a Daniel Iribarren Gurbindo, presidente del concejo de Sorauren, también lo reconoce y cuenta que se encuentran en conversaciones con Telefónica para la cesión del poste. «El poste es de Telefónica. Estamos negociando para que nos lo cedan. La seńal de televisión e Internet se quedarán ahí». En cuanto a la posibilidad de alejar el poste de las casas responde que el concejo no cuenta con un presupuesto suficiente para acometer la obra. «Deberían sufragarlo los propios vecinos», dice.
Una casa imposible de vender
Además de estos dos matrimonios, otras dos parejas más abandonaron sus hogares por los problemas de salud que dicen que les estaba ocasionado y otra, «mal vendió su hogar», como explica Gárate.
Ella misma intentó vender su casa, situada a unos 10 kilómetros de Pamplona, con piscina, garaje, y un jardín. «Mucha gente venía a verla, pero en cuanto veían la antena la venta se frustaba. No la podíamos vender y hemos estado viviendo en un apartamento que tenemos en Alicante. Dejé a mi madre de 95 ańos en una residencia y renuncié a ver a mis hijos», ańade.
La mitad de los 120 vecinos de Sorauren ya firmaron en el ańo 2001 un documento donde solicitaban que alejasen la antena de sus hogares. «Sólo queremos volver a nuestras casas», desea Gárate, «y que todo sea como antes de que pusieran la dichosa antena».