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Sobre la legítima decisión de no vacunarse

Viernes 17 de septiembre de 2021 · 1497 lecturas

Sobre la legítima decisión de no vacunarse

Alfonso Balmori

17 de agosto de 2021

Presentación

En primer lugar, antes de empezar de lleno con los argumentos que quiero trasladar en este artículo, creo necesario indicar que no me considero lo que los medios dominantes han calificado durante los últimos meses como “antivacunas”. Como a la mayoría de las personas, me pusieron de niño la vacuna de la viruela, que dejó su seña de identidad en el brazo izquierdo, junto a otras que se inoculaban en esa época, y a lo largo de mi vida me han ido poniendo las correspondientes a cada etapa. Sin embargo, algunas de las vacunas más recientes, y especialmente los dos tipos más utilizados contra el SARS-CoV-2, que utilizan nuevas tecnologías, como el ARN mensajero y los adenovirus como vectores, no han sido suficientemente testadas y se han aprobado con carácter de urgencia. Por ese motivo pienso que no pueden considerarse similares al resto de las vacunas tradicionales en la balanza de costes/beneficios sanitarios.
Tampoco me considero lo que los medios de comunicación dominantes han calificado como “negacionista”, ya que en ningún momento he negado la existencia de un virus nuevo, cuyo genoma ha sido secuenciado, y del que aún se desconoce su origen, aunque sobre este punto existen diferentes hipótesis plausibles sobre las que no trataré en este artículo.
Por otra parte, soy biólogo, y he publicado más de cincuenta artículos en revistas científicas internacionales revisadas por pares, así como capítulos de libros https://www.researchgate.net/profile/Alfonso-Balmori/research
He actuado como revisor científico en más de diez revistas internacionales diferentes, en temática de medio ambiente, salud, ecología, conservación de la biodiversidad y electromagnetismo, entre otras. Todo ello lo he realizado sin ninguna fuente de financiación, cuestión importante para poder considerarme independiente.
He publicado artículos divulgativos, especialmente relacionados con el medio ambiente, en periódicos y revistas durante más de 30 años. Esta actividad se truncó abruptamente al principio de la pandemia, cuando preparé varios artículos que envié a diferentes medios, pero por motivos que desconozco no fueron publicados. Este hecho acentuó mi preocupación sobre lo que estaba sucediendo, no solamente a nivel sanitario sino también a nivel informativo, sobre la libertad de expresión y el recorte de derechos fundamentales.
Esta introducción la hago para mostrar que los argumentos que expresaré a continuación son tan válidos como los de otras personas, periodistas o médicos entre otros, que frecuentan los medios avalando el discurso oficial, que en la actualidad está tan extendido y es tan dominante que podríamos calificar como “discurso único”. Tengo la absoluta certeza de que algunos aspectos complejos de la biología, como los que trataremos a continuación, requieren explicaciones profundas y matizaciones muy finas, que no se están realizando en los medios generalistas, alejándose de esa manera de la necesaria objetividad de la información que debería llegar a la población general.

Los motivos de publicar este artículo en la web de AVAATE

La razón de que este artículo se publique en la web de AVAATE no es únicamente la ya explicada, sobre la dificultad de encontrar medios dispuestos a publicar otras visiones de la realidad diferentes a la oficial. Llevo más de veinte años investigando y publicando sobre los efectos de las radiaciones electromagnéticas de la telefonía móvil en los seres vivos y esta trayectoria científica me proporciona una visión privilegiada sobre el funcionamiento de los medios informativos generalistas, que mantienen un discurso casi único también en este otro tema. Por otra parte, conozco bien el funcionamiento de algunos organismos oficiales, capturados por grandes intereses, en asuntos que guardan ciertas similitudes.
https://ethics.harvard.edu/files/center-for-ethics/files/capturedagency_alster.pdf
Cualquiera que visite y recorra la web de AVAATE, y revise lo que hemos ido publicando en ella durante los últimos 15 años, entenderá perfectamente de lo que hablamos.
No debemos olvidar tampoco, que las radiaciones electromagnéticas omnipresentes, provocan un efecto debilitante sobre el sistema inmunitario, lo que hacer pensar que, junto a la multitud de agentes químicos con los que entramos en contacto diariamente, están favoreciendo la entrada en nuestro organismo de organismos patógenos y la amplificación de sus efectos sobre un sistema inmunitario ya afectado por tantos contaminantes. En la web de AVAATE se pueden leer varios artículos excelentes sobre este aspecto tan olvidado, como este: https://www.avaate.org/spip.php?article2901 y este: https://www.avaate.org/spip.php?article2873

Sobre la información en los medios dominantes

Como explica perfectamente José Manuel Blanco en un clarividente artículo, la pandemia ha descubierto el flanco vulnerable de las democracias actuales: el pánico. https://www.vozpopuli.com/opinion/covid-a-quien-interesa-fomentar-el-miedo.html
Extraigo algunas frases textuales del mismo:

La gripe de 1918 causó una mortalidad 60 veces superior a la de la covid pero ésta ha tenido una repercusión social igual o mayor... Las epidemias podrán ser cada vez menos agresivas, pero se percibirán como crecientemente atroces… En definitiva, hoy lo fundamental para determinar la respuesta no es la gravedad de la pandemia sino cómo se percibe, no es la mortalidad que causa sino el miedo que genera… Lo relevante no es la realidad… sino cómo se la imagina la gente. Hoy los responsables del constante flujo de noticias son las cadenas televisivas y las redes sociales, unos medios muy escorados hacia el pánico, hacia la psicosis colectiva, y dominados por ciertos grupos que parecen interesados en acrecentar esa brecha entre realidad y percepción… …asfixiar el debate público sobre la pandemia, justo cuando más necesaria era la confrontación de ideas, ensanchando así la brecha entre realidad y percepción… El medio televisivo, creador destacado de mitos en esta pandemia, descubrió hace tiempo que el miedo atrae masivamente espectadores… El nuevo experto mediático no es ponderado sino histriónico, habla con ligereza de cualquier asunto y no se dirige al intelecto sino a los instintos...

Por desgracia, en la actualidad, el discurso oficial, la difusión mediática e incluso la propia presión social, están dejando al margen otras formas de ver las cosas, poniendo arbitrariamente a las numerosas personas que interpretan la situación actual de otra manera, en un extraño limbo: el de individuos excluidos por sus ideas o su forma de pensar, lo que va en contra de los principios fundamentales de la democracia y recuerda peligrosamente a tiempos oscuros. No se entiende si no, de otra manera, la constancia de que cualquier video alternativo sobre este espinoso tema de las vacunas, desaparezca en breve tiempo de plataformas como YouTube, dejando un lacónico mensaje de que su contenido se consideraba inapropiado o inadecuado ¿Quién lo considera así? Este hecho, reiteradamente constatado, ha hecho crecer como la espuma otras plataformas alternativas que no utilizan esa burda censura en su política.
En este artículo nos centraremos únicamente en las vacunas, pasando por alto otros aspectos importantes y graves, que quizás abordemos en futuros textos, como el uso de la técnica de la PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa) con un alto porcentaje de falsos positivos por la utilización de un elevado número de ciclos, que pueden detectar partes de virus e incluso otros coronavirus de características próximas, como algunos tipos de resfriado común. Tampoco entraremos en la consideración, que se ha producido por primera vez en la historia, de personas asintomáticas como enfermos y contagiadores, ni en las medidas sociales desproporcionadas adoptadas contra ellas, para las que, además, se han ignorado otras alternativas propuestas por científicos de renombre, que podrían haber sido, desde mi punto de vista, eficaces y menos lesivas para la economía y la libertad de las personas https://gbdeclaration.org/
No abordaremos tampoco la obligatoriedad del uso de mascarillas en exteriores, para la que no he encontrado ningún aval científico, que verifique que su uso haya tenido consecuencias beneficiosas para la contención del virus. Pero sus señorías no paran de decir en el Congreso que el uso de las mascarillas en la calle ha sido una de las medidas más útiles para la lucha contra la pandemia.
Por último, tampoco entraremos en el escándalo de la no utilización generalizada en los países occidentales de tratamientos tempranos, como la ivermectina, que ha reducido drásticamente la mortalidad por el SARS-CoV-2 a nivel mundial.

Sobre las incoherencias del discurso oficial

La letalidad real del virus.

Como explica José Manuel Echevarría, Ex-Jefe del Área de Virología del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, la infección por este nuevo coronavirus es una infección banal que se complica con poca frecuencia, y esto es ya un hecho incontrovertible https://www.nuevatribuna.es/author/jose-manuel-echevarria
El sistemático amedrentamiento de la población, cada vez que surge una nueva variante del coronavirus, se ha convertido en una costumbre periodística. Pero contrariamente a las afirmaciones inquietantes de los medios, el Dr. Brian Hooker, director científico y profesor de biología en la Universidad de Simpson, ha explicado que, si bien la variante Delta del coronavirus es probablemente más transmisible, también es probable que sea menos patógena, y que lo que estamos viendo es la evolución natural de cualquier virus.
Según la teoría evolutiva, los parásitos y agentes infecciosos, y específicamente las nuevas variantes del SARS-CoV-2 que circulan ampliamente entre la población, tienden a volverse más contagiosas, pero menos patógenas, porque eso es lo que le interesa al propio virus para sobrevivir. Esto, que es conocimiento básico de la teoría de la evolución, la teoría más importante en la que se sustenta la ciencia de la biología, últimamente no aparece en los medios.
Otra cuestión diferente son los riesgos inherentes al uso generalizado de las vacunas durante una pandemia, hecho que no se ha producido anteriormente en la historia humana, y sobre cuyos riesgos nos están advirtiendo algunos expertos, incluyendo a investigadores dependientes de la propia industria de las vacunas, como veremos después.

Pero, ¿realmente se trata de una vacuna?

Actualmente todavía está en discusión en el ámbito científico la consideración de estas nuevas tecnologías dentro del término “vacuna”, puesto que probablemente se encuentran más próximas a las terapias génicas que a las vacunas propiamente dichas, pero eso los medios tampoco lo están mencionando. Por otra parte, las vacunas que se están utilizando contra el coronavirus han obtenido una autorización “de emergencia” de los organismos reguladores, puesto que aún se encuentran en fase experimental o de pruebas, y no han pasado todos los procedimientos necesarios para su aprobación definitiva. En términos de tiempo, esto se traduce en un año, frente a los aproximadamente diez años que suelen conllevar los procedimientos requeridos para cualquier otra vacuna.
Según la información oficial, tanto las vacunas de ARN mensajero como las de adenovirus vectores, que se inyectan contra la COVID-19, dan instrucciones específicas a nuestras células para que produzcan una porción inocua de lo que se conoce como "proteína Spike", que se encuentra en la superficie del virus que causa esta enfermedad. Pues bien, estudios recientes publicados en importantes revistas, han demostrado que la proteína Spike no es tan inocua, sino que se trata de una toxina que puede ocasionar daños incluso sin la presencia del virus completo: https://www.ahajournals.org/doi/10.1161/CIRCRESAHA.121.318902
Y que además puede atravesar la barrera hematoencefálica: https://www.nature.com/articles/s41593-020-00771-8
Como explica la Dra. Stephanie Seneff en un artículo reciente, la producción de la proteína Spike puede relacionarse con una amplia gama de patologías inducidas, tanto agudas como a largo plazo, como trastornos sanguíneos, enfermedades neurodegenerativas y autoinmunes https://ijvtpr.com/index.php/IJVTPR/article/view/23
El consentimiento informado de las personas que optan a inyectarse la vacuna no está siendo tal, ya que no se está informando correctamente pues, con frecuencia, ni siquiera las personas encargadas de suministrarla poseen toda la información, y también porque desgraciadamente, los avances científicos sobre sus posibles efectos negativos requieren su tiempo y van llegando con retraso.

Los vacunados también contagian

En los últimos tiempos, algunos políticos e incluso magníficos periodistas, posiblemente condicionados por la información parcial que reciben de los medios, están promoviendo decididamente la vacunación obligatoria.
Sin embargo, un reciente informe oficial de los CDC norteamericanos (Centers for Disease Control and Prevention) relativo a un brote de SARS-CoV-2 asociado a grandes reuniones públicas en el Condado de Barnstable, Massachusetts, en julio de 2021, muestra un elevadísimo número de contagios entre los vacunados, incluso mayor al de los no vacunados. https://www.cdc.gov/mmwr/volumes/70/wr/mm7031e2.htm
En otro informe oficial del Reino Unido, los valores del umbral del ciclo de PCR (Ct) de las pruebas realizadas de forma rutinaria, muestran que los valores de Ct (y por inferencia de carga viral) son similares entre individuos que no están vacunados frente a los vacunados. https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/1009243/Technical_Briefing_20.pdf
Por otra parte, al menos desde el mes de mayo, conocemos que la infección por SARS-CoV-2 induce una respuesta inmune robusta y específica de larga duración en humanos https://www.nature.com/articles/s41586-021-03647-4
A partir de los importantes estudios mencionados, no se entiende que pueda hablarse de “inmunidad de grupo” a partir de un cierto porcentaje de población vacunada, puesto que puede seguir contagiando. Por el contrario, dicho término no se aplica para el conjunto de personas que han pasado la enfermedad, que como hemos visto, adquieren una inmunidad muchísimo más duradera y completa. Tampoco tiene ninguna lógica que aconsejen vacunarse a personas que han pasado ya la enfermedad (se está recomendando esperar seis meses tras la infección), y parece razonable preguntarse porqué se está vacunando a esas personas, sin advertirles de esta ventaja que poseen de inmunidad natural de larga duración. Esto tampoco ha aparecido en ningún medio. Por último, ¿qué significa que en España se diga que hay que alcanzar un porcentaje de vacunados X para llegar a la "inmunidad de grupo", cuando somos vecinos del continente africano donde apenas se ha vacunado a la gente. ¿Tiene sentido esta "nacionalidad" de las vacunas cuando se habla de un virus?
Como explica el doctor José Manuel Echevarría, citado anteriormente, pretender que la vacuna proporciona una inmunidad de mejor calidad que la que se sigue de la infección natural es, sin ánimo de ofender a quienes lo dicen, un soberano disparate. Esa equivocada política de vacunación universal desperdicia además recursos materiales, humanos y económicos, que son escasos por definición. Desgraciadamente, esto tampoco lo hemos escuchado en ningún medio informativo. El discurso oficial, y el de los medios, ha sido en todo momento el de agravar los efectos del virus y ensalzar los beneficios de la vacuna, mientras se pasa por alto hablar de cualquier cuestión relacionada con la importancia de la inmunidad natural y de su reforzamiento, como método más eficaz para la prevención de cualquier variante que pueda llegar, de este y de otros patógenos.
¿Por qué se están haciendo pasaportes para los vacunados que pueden seguir contagiando y no para las personas que dieron PCR positivas y por tanto ya han pasado la enfermedad?

Los riesgos de la vacunación durante una pandemia

En opinión de Geert Vanden Bossche, investigador procedente de la industria de las vacunas, muy preocupado por la utilización de vacunas en plena pandemia, nos enfrentamos a un gran problema en las personas vacunadas, ya que ahora están cada vez más expuestas a variantes infecciosas que muestran un tipo de proteína Spike cada vez más diferente de la edición comprendida dentro de la vacuna, en un término conocido como escape vacunal. Esta es la evolución natural del virus, que hará cada vez más inservible la utilización de vacunas tan selectivas. Y eso es lo que estamos viendo actualmente, el virus la esquiva fácilmente y esas variantes se hacen predominantes. Así es como actualmente estamos convirtiendo a numerosos vacunados en portadores asintomáticos que diseminan variantes infecciosas.
Por su parte, el Dr. Brian Hooker explica que, cuanto más se desvía la variante de la secuencia original utilizada para las vacunas, menos efectiva serán para esa variante, lo que podría ser el motivo de que las personas completamente vacunadas se infecten con la variante Delta. Sin embargo, este no es el caso de la inmunidad natural, que es mucho más completa, ya que, en lugar de restringirse a la proteína Spike, la inmunidad natural se genera frente al virus en su conjunto. Por ese motivo la inmunidad natural, con una gama más diversa de anticuerpos y células T, proporcionará una mejor protección en general, ya que tiene más objetivos en los que atacar al virus, mientras que la inmunidad derivada de la vacuna solo se enfoca en una parte del virus, la proteína Spike, y una vez que esa parte del virus ha mutado lo suficiente, la vacuna ya no es eficaz. En este sentido, las personas vacunadas pueden desempeñar un papel clave para ayudar a la evolución de nuevas variantes del SARS-CoV-2. De nuevo resulta realmente extraña la recomendación oficial de vacunar a personas ya inmunizadas de forma natural, por haber pasado la enfermedad.
Como vemos, los no vacunados, tan perseguidos en la actualidad, no parecen un peligro público, sino todo lo contrario.

Las dos cuestiones más preocupantes de todo esto

El Dr. Robert Malone, inventor de las vacunas de ARN mensajero ha advertido, junto a otros prestigiosos científicos, sobre el potencial problema del ADE (Antibody-Dependent Enhancement), un efecto biológicamente complejo provocado por las vacunas, ya que las consecuencias pueden ser muy serias cuando las personas vacunadas entren en contacto con nuevas variantes salvajes del virus. Estas advertencias las está haciendo también el Dr. Peter McCullough, cardiólogo clínico y eminente profesor de Medicina en la Universidad de Texas, que posee en su haber más de cien mil citas de sus publicaciones, así como el Dr. Michael Yeadon, investigador procedente de la industria de las vacunas.
En un artículo publicado en Nature Biotechnology, Eroshenko y colaboradores ofrecen una revisión completa de la evidencia que sugiere que el ADE podría manifestarse con cualquier vacuna empleada contra el SARS-CoV-2. Es importante destacar que estos autores señalan que se ha observado ADE con vacunas de coronavirus probadas en modelos in vitro e in vivo en animales https://www.nature.com/articles/s41587-020-0577-1
Otros investigadores, han advertido sobre esa misma posibilidad con las vacunas contra el SARS-CoV-2. Una teoría sobre cómo podría ocurrir el ADE en el caso de una vacuna contra el SARS-CoV-2 sugiere que los anticuerpos no neutralizantes forman complejos inmunes con antígenos virales, que pueden provocar una secreción excesiva de citoquinas proinflamatorias y, en un caso extremo, una tormenta de citoquinas, causando daño tisular local generalizado https://www.nature.com/articles/s41564-020-00789-5
Personalmente, me preocupa de manera especial el empeño en vacunar a menores, casi sin riesgo frente al virus, pero con un posible riesgo a medio y largo plazo frente a las vacunas.
Por otra parte, nunca en la historia de las vacunas se habían notificado tantos casos de efectos graves y muertes por vacunas. Pero, ni los medios de información, ni los organismos oficiales, han tratado en profundidad los escandalosos datos del VAERS (Vaccine Adverse Event Reporting System) americano https://vaers.hhs.gov/ ni tampoco de la homóloga base de datos europea.

La segunda cuestión que me preocupa es la pérdida de libertades y la imposición de una dictadura sanitaria (no reconocida oficialmente) que apisona derechos fundamentales consagrados, en aras de salvar “teóricamente” a una población cada vez más atemorizada por los medios de comunicación y algunos “expertos”, que aplaude la supresión de derechos y libertades y colabora activamente para imponer a los demás sus puntos de vista. La presión de la sociedad para vacunarse, los amigos, familiares, conocidos, y por su puesto determinadas empresas y organismos oficiales, con chantajes como la perdida de trabajo, no tienen precedentes y resultan bochornosas e inaceptables. Todo ello en base a argumentos no debatidos en profundidad desde un punto de vista científico serio y confiable. Se vuelve a recordar en este punto, el silencio y la represión que los medios y determinados “expertos” están favoreciendo sobre posturas científicas respetables que apenas se pueden escuchar en nuestros días.
Numerosos factores con los que convivimos desde hace tiempo merman de forma muy grave la salud de la población (contaminación provocada por vehículos, fábricas, antenas de telecomunicación, etc.), tabaco, alcohol, alimentación, actividades de riesgo, sin que prácticamente a nadie hasta la fecha se le haya ocurrido prohibirlas para “evitar muertes” o “mejorar la salud de la población”. La vida auténtica constituye un difícil equilibrio entre los riesgos y beneficios que los seres vivos debemos asumir de forma razonable.
Por último, debemos mencionar los daños colaterales que está provocando la política que se está siguiendo frente el virus: se están dejando sin tratar otras enfermedades igualmente mortales, se está recluyendo, sin la debida justificación, a gente mayor y a personas con discapacidad "totalmente vacunadas" en las residencias, lo que está provocando en ellas una auténtica "muerte en vida", se está provocando un incremento sin parangón en problemas relacionados con la salud mental de la población. Aspectos, todos ellos, tratados de forma escasa en los diversos medios de comunicación.
Por fortuna, bastantes Tribunales de Justicia no están reconociendo en nuestro actual marco jurídico la posibilidad de la vacunación obligatoria, ni siquiera la obligatoriedad del certificado COVID, evitando de esta manera el asalto a nuestros datos confidenciales, a nuestra intimidad, y al resto de derechos y libertades reconocidos constitucionalmente. Aspectos que, por desgracia, sí están sucediendo en países de nuestro entorno, como Francia e Italia, a pesar de las protestas, muchas veces silenciadas o reducidas por los medios, de parte de su población. Mientras tanto, algunas personas nos encontramos huérfanas de una representación política que desde la “centralidad” defienda la recuperación de una libertad de prensa auténtica y de nuestros derechos fundamentales.

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