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DE COMPETENCIAS E INCOMPETENTES

¿Para qué pedir tantas competencias, para no usarlas?

Miércoles 27 de junio de 2007 · 1694 lecturas

Estimados amigos,

Para el común de los mortales examinar con detalle el comportamiento de la clase política es casi tan complicado como para un biólogo examinar un tipo de animal que se acaba de descubrir. Eso suele pasar con algunas especies de insectos, con aves desconocidas, o con algunos tipos de moluscos, peces o bacterias que habitan en el fondo de los mares.

Aquí, en la tierra, y más concretamente en lo que se denomina "primer mundo", eso pasa todos los días, cada vez que lees un períodico, oyes la radio o ves la televisión, y pasa con esa "rara avis" que son los políticos.

En concreto, se puede observar cómo el mensaje que más se oye, sobre todo desde instancias autonómicas, es el de "quiero modificar mi Estatuto de Autonomía porque quiero más competencias". Ese "quiero más competencias" normalmente se traduce en "tengo más dinero", y claro, el caramelo es bastante jugoso.

Así, tras las reformas de los Estatutos de Autonomía y los procesos de descentralización del Estado, casi todas las Comunidades Autónomas fueron asumiendo el control de las Riberas de los ríos, la construcción de carreteras, el control de la política agraria, las competencias de consumo, etc...Pero querían más. Querían el urbanismo, el medio ambiente, la sanidad, la educación, y más, y más, y más. Todo ello suponía más tajada del reparto de fondos.

Pero, ¡¡ay, amigo!!, asumir competencias supone asumir más dinero para "gestionar", pero también supone asumir los marrones que no quieren ni ver. Asumir la competencia de sanidad y consumo se suponía que iba a manifestarse en un recorte de las listas de espera, pero como gestionar eso debe ser muy difícil, privatizan la sanidad. Asumir la competencia de educación era la primera premisa para crear un sistema educativo más cercano y eficaz, y no sólo no ha servido para eso, sino que además, cada vez se incentiva más la educación privada o mediante conciertos.

Y la joya de la Corona: el urbanismo. Qué bien viene a los Ayuntamientos, y de paso a las Comunidades Autónomas, que alguna "cosita" en forma de impuestos se llevan. El resultado: en vez de abaratar el coste de la vivienda, todo lo contrario, cada vez más caro.

Pero todo lo que se traduce en dinero es, más o menos, previsible en la clase política. Ahora, lo que no tiene una traduccón automática en forma de billetes de 500 euros, supone un nueva lección que aprender todos los días.

Así, los colectivos que integramos esta noble lucha tenemos que ver constantemente cómo los que clamaban por asumir esas bonitas competencias de ordenación del territorio, el urbanismo, el medio ambiente, y la sanidad, reniegan de ellas. Nos preguntamos porqué, y no encontramos respuesta. Analicemos.

¡Queremos competencia urbanística para acabar con el fraude y la especulación!. Resultado: cada vez más instalaciones ilegales, sin sanción alguna y tomando medidas correctoras en escasas ocasiones y con lentitud pasmosa.

¡Queremos competencia de ordenación del territorio y medio ambiente!. Resultado: cada vez más instalaciones en parques nacionales o regionales protegidos, en entornos naturales de especial interés, degradando el paisaje y provocando un fuerte impacto ambiental.

¡Queremos competencia en salud pública!. Resultado: ni una sola medida que proteja realmente la salud pública, ni una sola aplicación real del principio de precaución, ni una sola norma que piense realmente en la salud de los ciudadanos...salvo raras excecpiones, que las hay.

Por tanto, ¿qué clase de animal es el político que clama a los cuatro vientos que quiere más competencias y luego no las aplica?. Obviamente, una clase que hay que estudiar con muchísimo cuidado.

Mi conclusión después de pararme cinco minutos a pensar en ello es que no hay que darle muchas vueltas, no tiene sentido alguno. No es una cuestión de competencias, sino de "INCOMPETENCIAS", y desgraciadamente, de eso estamos rodeados. Lo contrario me obligaría a pensar que es por mala fe, la mala fe de quién se mueve al impulso de que tal o cual tema tenga una traducción económica, y de momento, prefiero que mi estudio de esta especie tan capaz de sorprenderme día a día no me lleve a esa conclusión.

Así me supongo que pensarán la mayoría de la gente, e incluso habrá quién se compadezca de ellos: "hombre, es que todos son iguales"; "hombre, es que los otros harían lo mismo". Mal tienen que estar las cosas cuando todos nos parecen iguales y simplemente lo aceptamos con resignación.

Puedo entender, respetar, y si me lo piden, incluso ayudar a quién con buena fe y verdadero interés no hace algo porque su capacidad no le da para tanto. Hay que reconocerlo, algunas personas que nos gobiernan lo pasarían mal si les eligieran Presidentes de su Comunidad de Vecinos. Pero no puedo entender, respetar, ni ayudar a quién tiene todos los mecanismos en su mano para tomar medidas.

Tienen competencias, asumen esas competencias cuando les interesa, ven cómo el Tribunal Supremo ratifica las malditas competencias, pero...¿realmente pueden ser tan incompetentes?. Es duro, pero habrá seguir pensando que sí, o mejor dicho, habrá que seguir "escribiendo" que sí; lo que cada uno piense, para sí queda, y seguramente tenga bastante razón.